La importancia estratégica del Puerto de Valencia es conocida por su influencia en el tráfico de mercancías de dos ejes principales: el centro de España con Portugal y el Corredor Cantábrico-Mediterráneo. La parálisis de la inversión o el dimensionamiento apropiado de las infraestructuras portuarias afecta a la competitividad actual y futura de la industria española. Por tanto, cabe decir que su análisis es un problema a abordar a nivel global, no por territorios. Es un problema que debe resolver la planificación de infraestructuras con una tremenda trascendencia económica y social, que no puede tratarse desde una perspectiva únicamente política.
No sólo hablamos de logística marítima, por supuesto. El tráfico de nuestros puertos afecta al tráfico ferroviario. La creación de la Terminal Norte del Puerto de Valencia contempla el desarrollo de una terminal ferroviaria compuesta por seis vías de 1.000 metros de longitud, que suponen el movimiento de 305.000 TEUs al año, algo que es fundamental para modernizar esta infraestructura.
La ampliación del Puerto de Valencia debería ser imparable porque es buena para la vertebración de los corredores logísticos de todo el país. Alguien lo dijo antes: «Hay que pensar en las próximas generaciones, no en las próximas elecciones».